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3.5.09

Reflexionando

SEÑORITA... ¿Ser o no Ser?


Para algunos esto no es mas que un título propio de un género, para otros es un adjetivo metafórico, un sustantivo ficticio, un vocablo propio de otros tiempos… o hasta un buen chiste.
Sin embargo hay para quienes este “término” constituye su distintivo de virginidad, decencia y santidad.

El diccionario en línea de “uso del español” define el término como:

• [persona] Que es muy refinado y de gustos muy remilgados.
• Hijo o hija de una persona importante o distinguida.
• Tratamiento de respeto y cortesía que se utiliza para dirigirse a las mujeres solteras; se usa solo o seguido del nombre propio o del apellido.
• Tratamiento que los escolares dan a la maestra o profesora de escuela.
• Tratamiento que se da a las mujeres que desempeñan ciertos trabajos, como secretarias, empleadas de oficinas, dependientas de comercios, etc.

Lo interesante de esto es que ninguna de las definiciones hace alusión a la virginidad como parte semántica al término… como muchos suele pensar. Y es que en esta era eso ya quedo atrás. ¿O no?

No ha bastado la evolución de los tiempos para que este deje de ser un tema tabú. Pese a que muchas no sienten el menor pudor gritar a los cuatro vientos que “pim-pon-papas”, para otras el “Pim-pon” calladito… se ve más bonito.

Sin embargo hay asuntos que no se pueden ocultar. Decía la bisabuela que eso era evidente al observar como se agachaban a recoger algo… decía que si lo hacían con las piernas juntas, era muestra que todo estaba segurito, y si no… que quizás vendría un chamaquito.
También decía que si se les hacían dos hoyitos en las piernas atrás de las rodillas, es que era muy probable que hubieran estrenado la vajilla.
Realidades tan inciertas como las de ahora, ver a una mujer con un gran estomago, igual puede deberse a seis meses de embarazo, que a seis meses de dieta, y es que con tanta grasa y harinas en la comida, cualquiera puede modelar una exquisita barriga. Además ya existen operaciones para remendar, y no me refiero a un bonito vestido, sino a un gran disfraz.

Sin lugar a dudas “¿Señorita?”, será siempre la pregunta prohibida para toda mujer de edad adulta que no tenga marido, ni algún sabido extraño o aventurado amigo.

El problema es cuando este se convierte en adjetivo y se relaciona con haber dado o no… un regalito, es entonces cuando serlo puede ser una pena, o un reflejo de ser en verdad una niña buena… o no tanto, y que esta sea la razón de que lo siga siendo.

Podemos decir que debido a la desinformación y a la acepción atribuida relacionada con virginidad, “ser o no ser” señorita, será algo complejo de determinar, podría analizarse la significación de su uso en el contexto desarrollado y aun así podría verse afectado o malinterpretado el mensaje por el receptor. Afortunadamente para mí, es algo por lo que no me debo preocupar.

Retomando la definición del diccionario, puedo entonces en conclusión entender que: Señorita será por siempre hasta mi abuelita, y que será algo que ningún rabo verde se lo quita. Que señorita es un término genérico propio de una mujer, un titulo que por lo tanto cualquiera se lo puede poner.




Martín Rodríguez

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