"Si la observas con atención, encontrarás aún en una hoja marchita la belleza"...
Cuando tenía unos 12 años, durante las vacaciones de la
escuela a mi papá le pareció bien
mandarme con su tío para que le ayudara en su trabajo. La idea
era que estuviera acompañándolo en su
trabajo de jardinería solo para que
aprendiera el significado de “trabajar” y mi papá le pidió que fuera así sin un
pago, solo para que viviera la
experiencia.
Para mí era algo nuevo, no sabía que era trabajar, así que habría mucho que aprender. Esa mañana mi papá me llevó al lugar, yo no
sabía que esperar, si el trabajo sería
pesado, muy difícil, no sabía nada, iba algo nervioso y entonces llegamos.
Era una casa cerca
del Parque Revolución (parque muy
conocido en mi ciudad), justo a espaldas de la guardería. Mi tío “Berna”…
como le llamaba, estaba allí. Salió de un pasillo que daba al jardín trasero,
un hombre mayor, de mirada profunda, delgado, moreno y con su sombrero café de
ala corta que siempre le distinguía. Mi
papá había trabajado también de chico con él,
había mucho que aprenderle. Aunque
lo conocía desde siempre y sabía
que era buena persona, no tenía idea como me trataría.
Indicó con una seña que pasara, se acercó al carro mientras
me bajaba e intercambió algunas palabras
con mi papá. Entonces mi papá se fue y
caminamos a la parte de atrás de la
casa. Había un grán jardín que nunca hubiera imaginado, varios árboles frutales. El preparaba la cortadora manual y me pidió que esperara, me hinqué junto con él
mientras acomodaba una pieza y él de
forma muy paciente comenzó a explicarme
que era lo que él hacía en el
trabajo. Los días pasaban y realmente
era cómodo trabajar con él, aprendí pronto mi rutina que consistía en regar plantas, levantar las hojas secas, cortar césped entre otras cosas, lo comencé a apreciar por lo bondadoso y paciente.
A veces a la hora de la comida nos íbamos juntos al parque a comer, a veces me compraba dulces, nos sentábamos en una banca y platicábamos, me hacía preguntas
y escuchaba con atención lo que le contaba, y de pronto emitía una carcajada inesperada que me sorprendía.
Y decidió además pagarme por mi trabajo,
- mi primer sueldo!. Fueron casi dos meses muy buenos, de mucho
aprendizaje. Puedo
describirlo como alguien callado o tal vez la palabra correcta es prudente, muy
paciente, comprensivo, generoso, la
persona más noble que he conocido.
Hace unos días mi papá llamó
para darme la noticia, mi tío Berna había fallecido... Cuando llegué al lugar toda la familia estaba reunida ahí, en esa sala
de velatorio fría. Caminé junto con mi hermana hasta enfrente de esa caja, en donde lo primero que podías ver era ese sombrero café, que lucía ya algo cansado sobre
la caja… de
forma inevitable me trajo a la mente
todos esos recuerdos; su mirada
callada, su sonrisa, sus palabras, fue algo
muy doloroso…
Dice la biblia que mejor es el final de una persona que el inicio, pues al final se sabe realmente quien fue y puedes celebrar eso. Querido tío Berna: celebro
y agradezco el haberlo tenido, no sabe en todo lo que influyó en mi,
mientras sea posible estará siempre en mis recuerdos con cariño como la
gran persona que fue, un fuerte
abrazo y gracias por todo.
Redacción: Martyn R.
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